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11 de noviembre de 2025
11 de noviembre de 2025
Gestión social y generación de capacidades locales: pilar para un desarrollo sostenible
Teniendo en cuenta que los proyectos extractivos no son eternos, es importante avizorar un panorama con poblaciones locales autosuficientes, dotándolas de herramientas y capacidades para establecer las bases de un futuro sostenible

En muchos territorios, la economía local está directamente condicionada por la presencia de industrias extractivas, por lo que es clave apostar por el emprendimiento local para diversificar fuentes de ingreso. (Foto: Solidaritas Perú)

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Por Jorge Espichan Wu

Por Jorge Espichan Wu

Sociólogo especializado en gestión e innovación social y sostenibilidad con experiencia en sector público y privado en actividades extractivas y saneamiento. Actualmente es especialista en gestión social en Minsur S.A.
Por Jorge Espichan Wu

Por Jorge Espichan Wu

Sociólogo especializado en gestión e innovación social y sostenibilidad con experiencia en sector público y privado en actividades extractivas y saneamiento. Actualmente es especialista en gestión social en Minsur S.A.

En el marco de los procesos de desarrollo territorial, la gestión social se ha convertido en un eje fundamental para promover transformaciones sostenibles en las comunidades. Más allá de la inversión económica o de la infraestructura física, la verdadera fortaleza de un territorio se construye en torno a las capacidades de sus habitantes: sus conocimientos, habilidades, actitudes y redes de colaboración. Sin embargo, uno de los grandes desafíos actuales es cómo generar estas capacidades locales en contextos marcados por la presencia de industrias extractivas y cómo pensar en un futuro posible cuando dichas actividades lleguen a su fin.

La construcción de capacidades locales no puede ser entendida como una intervención unilateral desde el Estado o las empresas privadas. Se trata de un proceso que requiere corresponsabilidad y diálogo entre diversos actores: comunidades, instituciones educativas, gobiernos locales y organizaciones de base. Este proceso implica identificar potencialidades, fortalecer habilidades, fomentar el liderazgo y, sobre todo, crear espacios donde las personas puedan reconocerse como protagonistas de su propio desarrollo.

Las capacidades locales constituyen el cimiento de la sostenibilidad. Cuando una comunidad es capaz de organizarse, innovar y gestionar sus propios recursos, se reduce la dependencia externa y se incrementa la resiliencia frente a cambios económicos, sociales o ambientales. En este sentido, la gestión social debe apostar por estrategias que fortalezcan no solo las competencias individuales, sino también las colectivas.

Generar capacidades no es únicamente brindar capacitaciones puntuales, sino crear condiciones para que el aprendizaje sea continuo y se traduzca en oportunidades concretas de desarrollo. Esto significa fomentar habilidades técnicas, pero también competencias blandas como el liderazgo, la comunicación, la negociación y la toma de decisiones colectivas.

Grupos en los que enfocarse

Aunque puede parecer una frase cliché, es importante resaltar que los jóvenes son el motor de transformación en cualquier sociedad. Sin embargo, en muchos territorios rurales se enfrentan a limitaciones como la falta de oportunidades profesionales o educativas, la migración forzada hacia las ciudades o la ausencia de espacios para su participación. La gestión social tiene el reto de ofrecerles alternativas que reconozcan sus talentos y aspiraciones, vinculándolos con proyectos productivos, tecnológicos y culturales.

Promover la formación de jóvenes en habilidades digitales, emprendimiento e innovación social puede abrirles horizontes más allá de la dependencia hacia las actividades extractivas. Además, involucrarlos en la toma de decisiones comunales fortalece la democracia local y siembra la semilla de una ciudadanía más activa y comprometida con el bienestar colectivo.

Por otro lado, en la mayoría de las comunidades, las mujeres desempeñan un papel central en la economía familiar y en la transmisión de valores culturales. No obstante, mayormente por factores culturales, suelen estar relegadas de los espacios de decisión y enfrentan desigualdades en el acceso a recursos y oportunidades. Generar capacidades locales implica también promover oportunidades para este sector de la población, reconociendo a las mujeres como líderes y emprendedoras.

Las iniciativas productivas lideradas por mujeres, especialmente en el ámbito textil, artesanal, agrícola o gastronómico, demuestran que ellas pueden impulsar economías familiares y comunitarias más sostenibles. La gestión social, en este sentido, debe facilitar su capacitación técnica, acceso a financiamiento y participación en redes comerciales. Pero, además, es necesario trabajar en la transformación cultural para que el acceso a estas oportunidades no sea un discurso, sino una práctica cotidiana.

Algo que destacar es que la economía local en muchos territorios se ha visto condicionada por la presencia de industrias extractivas, lo que genera dependencia y vulnerabilidad. Apostar por el emprendimiento local es clave para diversificar las fuentes de ingreso y preparar a la comunidad para un futuro sin minería, gas o petróleo.

El rol de la gestión social consiste en acompañar a los emprendedores en la identificación de oportunidades de negocio que respondan a las demandas del mercado, al tiempo que respeten la identidad cultural y la sostenibilidad ambiental. Esto puede abarcar desde la agricultura orgánica, turismo rural comunitario y la producción de energías renovables de fácil acceso, hasta la creación de servicios basados en tecnologías digitales.

El reto es que el emprendimiento no se vea únicamente como un camino individual, sino como un proceso colectivo que fortalezca cadenas de valor locales, genere empleo y dinamice la economía regional.

Otro punto importante a tomar en cuenta es que las comunidades poseen un capital social invaluable representado en sus organizaciones comunales, asociaciones de productores, rondas campesinas o comités de gestión. Estas estructuras no solo canalizan demandas, sino que también representan espacios de cohesión social y toma de decisiones. Fortalecer las capacidades de los líderes de estas organizaciones es indispensable para asegurar procesos de gobernanza local más inclusivos y eficientes.

La gestión social debe brindar herramientas a estos líderes en ámbitos como gestión de proyectos, rendición de cuentas, resolución de conflictos y articulación con actores externos. De esta manera, las organizaciones locales pueden convertirse en socios estratégicos del Estado y de la empresa privada en lugar de limitarse a ser receptores pasivos de beneficios.

Mirar un mañana sin actividad extractiva

Uno de los grandes desafíos de los lugares con presencia de actividades extractivas es pensar en un futuro donde estas ya no existan. Las minas se agotan, los pozos petroleros tienen un límite y los proyectos extractivos no son eternos. La pregunta entonces es: ¿Qué quedará para las comunidades una vez que las empresas se retiren?

Aquí es donde la generación de capacidades locales adquiere todo su sentido. Construir un mañana sin actividad extractiva requiere transitar hacia una economía diversificada, resiliente y basada en los propios recursos del territorio. Implica revalorizar la agricultura, potenciar la agroindustria local, impulsar el turismo cultural y ecológico, aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, así como la posibilidad de aplicar la innovación social dándole valor al conocimiento del territorio y la problemática particular de cada zona.

Pensar en un mañana sin minería no significa rechazar lo que esta actividad aporta en el presente, sino usarla como una palanca para preparar el terreno hacia otro modelo de desarrollo. La inversión social que realizan las empresas y el Estado debe enfocarse no solo en infraestructura, sino en el fortalecimiento de las capacidades humanas y sociales, que son las que permanecen más allá de la vida útil de un proyecto extractivo.

La gestión social y la generación de capacidades locales no son tareas accesorias, sino pilares esenciales para garantizar un desarrollo sostenible. Jóvenes, mujeres, emprendedores y líderes organizacionales representan a los actores clave en este proceso. Apostar por ellos es apostar por un futuro donde las comunidades no dependan exclusivamente de la extracción de recursos, sino que se sostengan en su propio conocimiento, creatividad y capacidad de organización.

El reto es grande, pero también lo es la oportunidad. Un mañana sin actividad extractiva puede ser visto como un vacío o como un campo abierto a la innovación y al desarrollo endógeno. Todo dependerá de la manera en que hoy se gestionen los procesos sociales, se fortalezcan las capacidades locales y se construya una visión compartida de futuro. El futuro comienza hoy, no mañana.

 Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente la línea editorial de la Revista Gobernanza Social.

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