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El Congreso: entre la fragmentación y el transfuguismo
La fragmentación y el transfuguismo presentes en el Congreso de la República ponen en riesgo la gobernabilidad del país.

Nicole Zavala Prado

07 Sep 23
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Mesa directiva del Congreso de la República, electa para el periodo 2023-2024 sorprendió con la alianza de Perú Libre con la derecha. (Foto: Agencia Andina)

Actualmente, el Congreso de la República se encuentra altamente fragmentado, pues cuenta con 12 bancadas oficialmente conformadas, además de 17 congresistas no agrupados. La “primera minoría” pertenece a Fuerza Popular, que reemplazó a Perú Libre, bancada que llegó a contar con 37 congresistas tras las elecciones de 2021.

Ya en las elecciones para la mesa directiva, se pudieron identificar dos tendencias claras durante la presentación de las listas participantes. Así, en la izquierda, se podría colocar a las bancadas de Perú Libre, Bloque Magisterial, Cambio Democrático (Juntos por el Perú) y Perú Bicentenario. En el otro lado de la vereda, es decir de tendencia de derecha, se encuentran las bancadas de Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País. Un caso bastante llamativo, es la dificultad de ubicar al resto de bancadas, pues, aunque algunas se autodenominan de “centro”, sus integrantes suelen dividirse constantemente, entre los que encontramos a las bancadas de Acción Popular, Somos Perú, Alianza Para el Progreso, Unidad y Diálogo Parlamentario y Podemos Perú.

Esta situación del Congreso no es más que una expresión de la sociedad peruana fragmentada que vemos en el presente, situación que no debería ser negativa, de acuerdo con Raúl Molina Martínez, exviceministro de Gobernanza Territorial y asesor presidencial. También explica que se debería utilizar el debate y la negociación política para lograr consensos aceptables por todas las partes, pues las organizaciones políticas presentes en este poder del Estado representan a los ciudadanos y es el principal responsable de definir las políticas públicas.

Sin embargo, la situación se torna negativa cuando estos representantes responden a intereses particulares y no representan en pleno a la ciudadanía. “Lo que se negocia en el Congreso no es el conjunto de preferencias y tendencias de peruanos y peruanas, sino los intereses de estos grupos minoritarios que, mediante las reglas electorales, logran conseguir con muy pocos votos espacios en el congreso”, señala Molina.

Todas estas variables ocasionan que el consenso dentro del propio Congreso sea complicado de alcanzar, más aún cuando ninguna de las fuerzas políticas presentes no se encuentra ni cerca de alcanzar una mayoría clara. Esto no ha impedido que varias bancadas se alíen para poder alcanzar mayorías en situaciones específicas, como la sonada alianza entre Perú Libre y la derecha para la elección de la nueva mesa directiva del Congreso. Teniendo esto en cuenta, es complicado predecir el rumbo de las diversas organizaciones.

Considerando que nuestro sistema de representación no encarna la voluntad ciudadana con un alto grado de exactitud, es importante que este se vea mejorado de alguna manera, más allá de reformas que podrían ser de utilidad como la bicameralidad o reelección. En esta línea, Molina señala que el transfuguismo también tiene su origen en este cuestionable sistema de representación, pues los congresistas electos no tienen que rendir cuentas por obligación, sino únicamente responden a intereses particulares o propios, ni siquiera a sus partidos políticos que ahora son llamados “vientres de alquiler”.

Es interesante ver cómo el transfuguismo se ha convertido en una situación recurrente, pues a febrero de 2023, de acuerdo con un informe de El Comercio, el 27% de los congresistas habían cambiado de bancadas en los primeros 18 meses de gestión.

Ambas situaciones, tanto el transfuguismo como la fragmentación, junto con todo lo que traen, ponen en riesgo la gobernabilidad del país, pues mientras que el mismo Congreso no se entienda entre sí, será mucho más difícil tender puentes con el Ejecutivo, lo que lleva a retrasos y la postergación continua de una agenda que debería tener como objetivo primordial mejorar la calidad de vida de los peruanos y peruanas en todas las esferas, dejando de lado intereses personales pero cumpliendo con la confianza depositada en ellos como autoridades.

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